Queridas familias:
Sabéis que son pocas las ocasiones en que a lo largo de estos más de veinticinco años ya en el colegio, me dirijo a vosotros, pero creo que esta ocasión, me vais a perdonar que no pueda evitar unas palabras.
Hace un tiempo, menos del que a algunos nos pueda parecer, un maldito virus irrumpía sin invitación alguna en nuestro mundo para cambiar nuestras vidas por completo. De un día para otro, nos vimos confinados en nuestras casas, viviendo con gran preocupación lo que sucedía a nuestro alrededor, procurando entretener y llevar lo mejor posible un encierro obligado para nuestros hijos, protegiendo a nuestros mayores, y en definitiva, conectados a los medios de comunicación, internet, redes sociales, a fin de procurar entender lo inentendible. A ello siguieron medidas de protección como el uso contínuo de gel hidroalcohólico, mascarillas que ocultaban nuestra expresión y esas sonrisas que tanto hemos echado en falta, la ausencia de contacto físico, incluso con las personas más queridas de nuestro entorno. No escaparon los niños a esta pesadilla, ya que no podían jugar o abrazar a amigos, ni compartir objetos que pasaron a ser del todo individuales impidiéndoles aquello tan valorado del saber compartir. Y a pesar de todo, de todas las prevenciones, muchos no escapamos a la pérdida de nuestros seres más queridos.
En medio de toda esta intranquilidad, no sabíamos muy bien qué había pasado, ni lo que iba a suceder en un futuro, pero lo que teníamos seguro es que nuestra vida había cambiado en nada de tiempo.
Con esas incertidumbres dio comienzo el curso 20/21 donde tuvimos que implementar medidas a nivel de actividades deportivas, tales como el consabido distanciamiento, la ausencia de contacto en los entrenamientos, los balones y todos los útiles de entreno de todos nuestros deportes permanentemente desinfectados e individualizados, y como triste colofón a todo ello, casi nos desaparecieron las competiciones. Nuestros niños se desesperaban repitiendo ejercicios individuales de mil maneras diferentes, pero individuales al fin y al cabo, y los profesionales veíamos con impotencia cómo se arruinaba el esfuerzo de muchos años de paralizar la progresión de nuestros equipos de categorías mayores que se atascaban en la ausencia del trabajo colectivo, en tanto las generaciones de los pequeños luchaban por no aburrirse y seguir saltando y botando, aunque fuera por separado.
Y en esas estábamos cuando dio comienzo este curso 21/22 en el que hemos tenido la suerte de empezar a tener pequeños respiros en cuanto a las medidas de restricción, y tímidamente podíamos realizar algunos ejercicios con contacto, compartir alguna jugada entre grupos burbuja aún, e ir motivando, tras la desaparición de la mascarilla obligatoria, a que nuestros niños fueran perdiendo el temor a correr sin ella. Los primeros soplos de viento fresco en la cara nos han dejado sonrisas que no olvidaremos.
El deporte es, para todos nuestros entrenadores y monitores, y para mí mismo, no solo un medio sino también una forma y estilo de vida, y de repente esto cambió. Y ha sido durísimo para todos, los primeros y más meritorios nuestros niños, que no desesperaron y siguieron llenando las pistas, los distintos espacios del colegio, viniendo a entrenar, aunque fuera asfixiándose con la mascarilla, pero ahí estaban perseverantes cada día… y eso no os hacéis una idea del subidón de energía que ha sido, así que en nombre de todo el equipo de monitores AMPA, gracias infinitas para ellos.
Y gracias infinitas a vosotros, familias, que confiasteis en nosotros por encima de todo, que nos dejabais a vuestros hijos/as a nuestro cuidado incluso en fases y picos de la pandemia muy preocupantes, porque creíais en el deporte y en los beneficios que la actividad física y deportiva y su esencia, debía reportarles en una situación tan dura.
Tras meses largos y complicados al inicio de curso, todo comenzó a mejorar, las medidas restrictivas se empezaban a suavizar y el deporte poco a poco iba recuperando su espacio, y cada vez se asemejaba más al deporte de antes, hasta el punto que pudimos retomar la celebración de partidos en nuestras pistas, la afluencia de público a nuestros encuentros, de forma controlada por supuesto, y todo ello también ha sido un acto de confianza del colegio hacia nuestro trabajo y la responsabilidad de las familias. Recuperamos el sonido maravilloso de los balones botando contra el suelo o chutándose, silbatos de árbitros, calentamientos conjuntos, carreras de patio, caída de colchonetas en judo, giros por el suelo en gimnasia, los aplausos de los familiares, los gritos de ánimo de los entrenadores…todo el DEPORTE con mayúsculas regresaba de nuevo y sonaba maravilloso.
Hace unos días, grupos de alumnos, se citaban en las gradas de la pista roja para animar a uno de los equipos mayores del colegio que jugaban un partido muy importante para su clasificación en liga, primero le tocó al baloncesto y luego al fútbol. El tambor, las pancartas, el megáfono, los cánticos inventados por ellos mismos, y sobre todo la diversión, envolvieron estos partidos en un ambiente único. La ilusión por ganar, por divertirse y por luchar por un objetivo, casi se podía tocar con las manos en ese escenario fantástico que se había creado, simplemente porque un grupo de niños y niñas decidieron que querían volver a ser como antes, que querían disfrutar de su adolescencia, que querían seguir haciendo lo que más le gustaba, hacer deporte y animar a sus amigos y compañeros.
Lo que hemos vivido esta temporada ha sido único e irrepetible, y no hablo de resultados deportivos, que evidentemente ayudan y los disfrutamos todos, si no de ese estallido de vida que podemos palpar todos los días en cada entrenamiento, y sobre todo en cada partido de las fases finales de las que hemos disfrutado como nunca.
Por todo ello hoy, en nombre de todos los monitores de actividades extraescolares deportivas a los que represento, quería haceros saber cuánto nos ha enorgullecido y enorgullece, el comportamiento y la actitud positiva de nuestros jugadores/as y sus familias que enarbolan donde van, alegría y competitividad sana, que en más de una ocasión, ya nos está deparando felicitaciones expresas allí donde vamos. Tiene un valor y es una satisfacción inimaginable para nosotros tras una etapa tan difícil como la que todos hemos pasado haber acompañado a vuestros hijos en esta dos temporadas tan crudas y verles resurgir en la ilusión, veros retomar la competición con esas ganas, ese compromiso y ese saber estar y saber alegrar a los demás.
GRACIAS, familias y jugadores/as. Es realmente una suerte trabajar para vosotros.
Sois DEPORTE y le dais sentido al DEPORTE EN MAYÚSCULAS.
Y por último, desde luego que nada de esto sería posible sin todas las personas que colaboran y ayudan a nuestro AMPA y de forma especial, GRACIAS a su Junta Directiva, por confiar y apoyarnos en todo y por dejarse la piel en ello. GRACIAS igualmente al colegio y su Equipo Directivo con Rocío Medina a la cabeza que está por la labor de aunar esfuerzos y mirar al futuro. Y por supuesto, a título personal mío, GRACIAS a todos los monitores por vuestro trabajo inconmensurable, ya que sois un ejemplo inigualable de trabajo y compromiso para cualquier club o colegio.
GRACIAS a todos por ayudarnos a recuperar el DEPORTE como forma de vida, y por devolver esa vida, cada tarde y cada fin de semana, a las pistas y espacios de nuestro centro.
Gracias de verdad.
Nos volveremos a ver pronto en las canchas!!!!
